martes, 15 de enero de 2008

Dulce exilio



Encuesta realizada a Juana Sancho García por sus compañeros de la Universidad Popular del centro de Nou Moles.


La vida y profesión de Juana la marca el exilio de España.

Junto con su familia vive parte de su vida en París; pero allí precisamente es donde conoce a su marido y con el que se une en el proyecto de dedicar toda una vida a la pastelería, una vez regresan a su país.

Apostó por el cambio (despacho por empresa propia) y en el camino, afirma haberse consagrado a su negocio. Su carácter extrovertido y abierto propició que disfrutara atendiendo desde detrás del mostrador. También fue allí, donde se forjó como una mujer valiente, la misma que una vez fallecido su marido, y tras litigar por conservar los locales de las pastelerías, decide dar por finalizada una etapa para que otros fueran felices en el sueño que deseaban alcanzar (el de su hijo con la restauración)


¿Te impactó mucho dejar España y tener que vivir en Francia?
Pues mira, me acuerdo cuando llegué a los 12 ó 13 años. Y fue gracioso porque era como si ya hubiera estado allí. Te diré que cogía los periódicos y no sabía nada de francés pero aun así los leía y entendía. No tuve problemas para adaptarme.

¿Fuiste con contrato?
No. Mi familia era trabajadora e humilde. Somos tres hermanas. Mi padre, guardia republicano fue suspendido de empleo y sueldo y en 1960 nos marchamos a París.

¿Cómo se mentalizaron tus padres para ir a un sitio desconocido?
No hubo otro remedio. Fue la necesidad, porque mi padre tuvo problemas al haber luchado en la guerra en el otro bando. Aun recuerdo haberle ido a visitar a la cárcel de Teruel, tenía yo tres años. Recuerdo las inmensas escaleras de la estación y el camino hasta la penitenciaría. Curiosamente, no recuerdo ninguna imagen de él en la cárcel... Quizás por mi edad no me lo dejaron ver...
Esa época fue muy dura. Mi madre era del grupo sanguíneo 0 y conseguimos dinero para comer vendiendo botellines de dicha sangre ¡por 100 pesetas de las de entonces!

Cuéntanos tu vida en la capital del Sena...

Mi vida allí cambió totalmente. Conocí a mi marido español, me casé en 1964 y debido a la profesión de pastelero de mi marido, decidimos probar suerte en España, años más tarde. Íbamos y veníamos hasta que el negocio se consolidó.

Y de nuevo a España ¿cómo fue la vuelta?
No muy bien. Yo hasta entonces había trabajado en oficinas y estaba acostumbrada a mis horas y marcharme a casa. Pero con un negocio propio no hay horas, ni horario suficiente. Pero te diré, que quien lo llevó peor fue mi marido. Él se hubiera quedado en París. La decisión de volver fue difícil.

Sé que en España convivíais con tus padres ¿cómo se llevaba esto en la época?
Mi marido tenía una excelente relación con mi madre. Llegó un momento en que la vida era en común, los cuatro juntos a todas partes, casi nunca íbamos de vacaciones sólos.

¿Cómo influyo esto en tu relación de pareja?
Imagínate, totalmente. Yo hoy, me cuido muy mucho, de interferir en la relación de mi hijo con su pareja. Por lo que he vivido.


Tras el fallecimiento de tu marido al que tu hijo estaba tan unido (trabajaban juntos) ¿cómo fue el sopreponerse a dicha pérdida?
Pues para él fue mucho más lento por las circunstancias, ya que coincidió con todo el proceso judicial que duró dos años, por el que luchamos para no perder los locales que nos tenían alquilados (proceso que finalmente y tras una ardua lucha en los tribunales, por fin, ganamos). Y él lo fue llevando todo a trancas y barrancas.

Una frivolidad para terminar ¿cuáles son tus pastelitos favoritos?

Pues mira la tarta de manzana, como la hacía mi marido; y el milhojas, como lo hacía mi marido.

Termina la entrevista y nos deja un sabor dulce. Quedamos con ganas de probar las delicias que por amor a su profesión y a los suyos elaboró su marido. Juana ha sabido reciclar lo amargo de su vida y hoy se muestra igual de extrovertida que en aquella etapa en la que lo dejó todo por una ilusión. Quedamos también con ganas de comprobar como el talento familiar pasa de padres a hijos. Delicioso encuentro con la compañera.

No hay comentarios: